Publicado el 15 de Abril de 2023, Sábado Félix Suarez
Opinión -
Retrocedamos en el tiempo, noche
del 23 de febrero de 1981, en la sala de estar de un piso pequeño de una ciudad
de provincias, en blanco y negro en un televisor de 14 pulgadas la imagen de
Juan Carlos I emitiendo su histórico discurso. Avancemos un poquito más, la
memoria comienza a consolidarse, llegamos a 1986 y en los informativos sobre la
catástrofe del Challenger, el accidente de Chernóbil y las hambrunas que
azotaron Etiopía por aquellas fechas. Sigamos en esta línea del tiempo,
personal y particular, Informe Semanal entre el 87 y el 89, imágenes de
marginalidad, drogodependencia y sida. Llegamos ya la década de los 90, el
mundo en vilo por la invasión de Kuwait a manos de Saddam Hussein, apenas un
año después, llega del hundimiento de la Unión Soviética, para a continuación,
estar buena parte de la década con imágenes truculentas provenientes de los
Balcanes y de África, mientras que para el mercado interno las noticias sobre
terrorismo eran el pan nuestro de cada día. Mientras tanto, en los
informativos, escándalos de corrupción por doquier. Comienza el nuevo siglo,
los atentados de las Torres Gemelas, las guerras norteamericanas por medio
mundo, aderezadas con una buena dosis de Corea del Norte, de la supuesta
“oleada migratoria incontrolada”, Venezuela en crisis permanente, la Gran
Recesión y todos sus efectos, referendos independentistas, pandemias globales
y, como colofón, una guerra en el este de Europa y pánico financiero.
La verdad sea dicha, la
información que nos llega a través de los grandes medios, parece que estuviera
diseñada para mantenernos en vilo permanentemente, cuando no, para aceptar que
la desgracia es algo continuo e inevitable, en un mundo donde todo va mal y
donde todo parece que está a punto de colapsar. Desde luego, no se transmiten
buenas vibraciones a través de los medios de información habituales,
especialmente los más grandes y poderosos, pero desde la invención de los
teléfonos inteligentes, nos asaltan permanentemente desde nuestros móviles esas
mismas noticias a través de Internet. Ya no tenemos que comprar el periódico,
no tenemos que encender la radio, no tenemos que poner el televisor,
simplemente con la utilización del dichoso aparatito ya tenemos nuestra dosis
de caos, miedo y desesperanza.
Hay quien dice que este tipo de
noticias, o esta selección tan particular de la información que hacen los
grandes medios, es porque las malas noticias venden. Sí, es cierto que el
cerebro del ser humano está diseñado para prestar especial atención a todo
aquello que es discordante en nuestro entorno, ese hecho es inevitable, pero no
es menos cierto que un pueblo en permanente estado miedo y desesperanza es un
pueblo fácil de manipular, fácil de convencer, fácil de gobernar y muy fácil de
explotar, porque está desconcertado, está asustado y se siente impotente, por
tanto, no tendrá verdadera conciencia de su situación real y por ello no
luchará para defenderse.
No es la primera vez que criticó
a los grandes medios, tampoco será la última, pero es que, los problemas del
mundo son problemas humanos y, en general, siendo un problema humano está al
alcance de las personas su resolución siempre y cuando estén organizadas y decididas
a plantar cara a la situación. Es lo que no se nos dice a través de los
informativos. Pues reflexionen por favor y extraigan sus propias conclusiones.
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Noticia redactada por : Félix Suarez
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