Publicado el 19 de Enero de 2023, Jueves Felipe López del Rio
Opinión -
El
pasado 14 de diciembre a eso de las 23:00 horas recibía la llamada de mi madre,
mi abuelo, su padre, acababa de fallecer. A sus 89 años su luz se apagó, su mal
genio, su forma de discutir, de pedir, de dar, de demostrar el cariño, su
irritante manera de dar la tabarra para hacerme rabiar y que odiaba de niño y
que tantas veces eché de menos de mayor. Se marchó como si aquí no dejara a
nadie roto, como si ninguno lo fuéramos a llorar o echar de menos.
Tengo
la sensación que él y mis abuelos paternos, ya fallecidos, me han enseñado más
de lo que imagino. En primer lugar, me enseñaron junto a mis padres, que el
respeto empieza en casa y que toda opción es válida si es para mejorar lo
presente. Cuando empecé en política mi único miedo era no defraudar a mi
familia en cuanto a mis ideales que eran bastante diferentes a lo que ellos
siempre defendieron. Mi abuelo cuando se enteró de que concurría a las
elecciones por un partido de derechas, solo dijo que muy bien que en las
próximas elecciones me votaría y ahí se acabó todo mi miedo, todo el debate
interno que yo mismo me había creado. Mi abuelo con 82 años por aquel entonces
me demostró una vez más que el respeto que no se tienen en el congreso ni en
los estamentos en los que representan a los ciudadanos, lo tenía él y como él
miles y miles de abuelos que forjaron su conciencia en una dictadura y
posteriormente en una transición, que les hizo ver que el único monstruo se
escondía tras mentes perversas, ansías de poder bajo el yugo de unos ideales basados
en la represión.
Hoy
que estamos cerca de totalitarismos dignos de al menos una sombra de los de
antaño, me pregunto porque los ciudadanos de a pie, nos disparatamos por ellos,
enfrentándonos entre nosotros, mientras ellos sin el más mínimo rubor siguen
mal haciendo leyes que mejoran las condiciones de vagos y maleantes mientras
destrozan, oprimen y pulverizan todo ademán de sobrevivir o de mejorar como
sociedad, enfrentando a hombres contra mujeres, a trabajadores contra empresarios,
en general a unos contra otros.
Hoy,
por tanto, quiero alzar un grito a favor de todos los abuelos que con tanto
sacrificio construyeron una sociedad, mejor basada en el respeto de unos sobre
los otros, que hoy siguen defendiendo mientras cuidan de sus nietos más
pequeños, mientras no les importa sacrificarse por aquellos que quieren. Quiero
que cuando leáis estas palabras penséis en vuestros abuelos, en todo lo que os
aportaron en vuestra vida, en todo lo que os enseñaron incluso cuando refunfuñabais
porque os daban lecciones que creíais saber. Hoy quiero alzar un grito y una
copa de vino por nuestros abuelos y por nuestros padres que han dedicado tanto
tiempo en nosotros y ahora se lo dedican a sus nietos, porque nos duren
muchísimo tiempo y porque cuando los perdamos, siempre el esfuerzo que hicieron
por mantener la familia unida a pesar de las diferencias entre unos y otros.
A los
lectores, aprendamos de nuestros abuelos que todo depende de la política, por
desgracia, pero la política depende de nosotros mismos, respetemos ideales y
defendamos que por encima de todo está el respeto y la concordia entre iguales.
Hagamos siempre el bien a los demás, que, seguro que eso será, Políticamente
Correcto
Por
último, a mis abuelos Felipe, Antonia y Ángel, allá donde estéis siempre
tendréis aquí un nieto que os recuerda cada día y a ti abuela Maruja que se
pare el tiempo cada vez que estemos juntos, vive por siempre que yo intentaré
aprender algo en cada momento.
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Noticia redactada por :  Felipe López del Rio
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