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Publicado el 16 de Marzo de 2022, Miércoles

Félix Suarez

Actualidad -

Poco ha llovido lo largo del otoño del año pasado y el invierno de éste, los campos están secos, la aceituna no otoñó, en la dehesa la montanera no ha sido lo que tenía que ser. Hay años y años, pero desde luego, por lo que parece, este año hidrológico que comenzó en septiembre, no está siendo todo lo positivo que cabría esperar, especialmente en el sur de la península Ibérica, tanto en la zona portuguesa como en España.

Pero tendrá sus repercusiones, particularmente por qué, pese a que a los productores les paguen exactamente lo mismo o incluso intenten pagarles menos (cosa que no sería de extrañar porque es la tendencia habitual), so pretexto de la sequía, a ese 80% de la población española que habita en ciudades (recordemos que se consideran ciudades poblaciones a partir de los 10.000 habitantes) posiblemente le suban el precio de lo más esencial: los alimentos.

Damas y caballeros, una cuestión está clara, que la libre competencia no es tal y que hay oligopolios, es decir cuatro o cinco grandes firmas, ni más ni menos, que son las que fijan los precios en los mercados, no la tan cacareada ley de la oferta y la demanda. Sé que esto podría recordar a alguna escena de la saga de “El Padrino”, donde los grandes capos se repartían las cuotas de mercado y los precios de los diferentes negocios de dudosa legalidad. Pero lo más crudo de todo este asunto, es que aquí no estamos hablando de organizaciones criminales, sino de grandes conglomerados empresariales amparados por el Estado de derecho, con una legislación aprobada por gobiernos democráticos, gobiernos que la ciudadanía española ha votado, luego los españoles y las españolas somos responsables de lo que se conoce como escalada de precios inmediata y bajada ralentizada, es decir, que bajo cualquier pretexto (razonable o no) las distribuidoras de alimentación, las eléctricas y las petroleras, hacen subir los precios de los productos para incrementar su beneficio de manera inmediata, ya que han comprado barato, pero en cuanto hay una noticia que les da justificación para subir los precios inmediato, miren ustedes por dónde, venden caro.

Después, rajaditas de bar, deporte nacional, puesto que en este país lamentablemente, la población no tiene lo que hay que tener para escoger entre el mal menor a la hora de las elecciones o, una vez elegido y no cumplido, reclamar que se cumplan los programas electorales, y una cosa está clara y es que este gobierno prometió controlar los mercados energéticos y que los productores agrícolas y ganaderos no se arruinasen a costa de las grandes distribuidoras. ¿Lo ha hecho? Está a las claras que no ¿Piensa hacerlo?Pues, teniendo en cuenta que en el Ministerio de Economía hay una ministra claramente neoliberal partidaria de la teórica “libre competencia” que en realidad nunca se produce, ya se pueden imaginar por dónde van  los derroteros. El Ministerio de Consumo, tiene algunas competencias en cuanto limitación de precios, cierto y verdad, pero son los ministerios de Economía, Agricultura e Industria, los que realmente tienen la capacidad de intervenir y cortar de raíz esta situación de una vez por todas. Pero teniendo en cuenta que están en manos del PSOE, y no precisamente de su ala socialdemócrata, sino de la neoliberal, la que en economía está próxima al PP, ya se pueden imaginar lo que nos espera: pagará el pobre y engordará el rico.

Por eso damas y caballeros dos cuestiones, nuestra responsabilidad como ciudadanía, empieza cuando depositamos el voto (no quedándonos en casa el día de las elecciones viéndolas venir para después quejarnos) y después exigiendo que gobierna que cumpla lo prometido. Les aseguro que no es tan complicado y les voy a poner un ejemplo ¿Se acuerdan ustedes de los chalecos amarillos franceses? ¿Saben ustedes porque salieron a la calle? Porque el coste de la transición energética se lo quería cargar a los carburantes y a los consumidores de los mismos el presidente francés Emmanuel Macron, incumpliendo lo prometido. ¿Qué hicieron los franceses? Salir a la calle y consiguieron que su presidente diera marcha atrás.

Así pues damas y caballeros, nuestros primos del norte de vez en cuando nos dan alguna lección de lo que es poner a la clase política en su sitio, cuando no cumple lo prometido, cuando promete en falso en campaña para después hacer lo que le da la gana, o mejor dicho, lo que aquellas entidades (que después les ponen los sillones vía puertas giratorias) les dicen que tienen que hacer. Por tanto, damas y caballeros para poder quejarnos y con razón, dos cosas: ir a votar y reclamar cuando no se cumple. Si no, ya saben, el bar, pero en el bar sólo se arregla el país de boquilla.

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Félix Suarez

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