Publicado el 18 de Mayo de 2021, Martes José Gordón Márquez
Azuaga - CARTAS DEL LECTOR -
Arde en fiesta el Olimpo ornamentado
con estrellas,
espigas y laureles,
y el techo de marfil artesonado.
Está sentado Zeus entre doseles
escuchando las gracias concedidas
a Dulce, la más dulce de las mieles.
De oro lo doró todo el rey Midas,
que ocasiones así bien lo merece;
que va a entrar una dama con dos vidas.
Tras los vidrios, con iris que engrandece,
se ven siete donceles que hacen círculo,
con velones que en rojo mar se crece.
Parecen recitar algún versículo
de la Ilíada de Homero; y son buenos.
Que allí nadie ha de entrar sin alto título.
Minerva y París de orgullo llenos
sostienen un cartel arrodillados,
con el nombre de Dulce. Están serenos
los cuatro vientos; ahora sosegados
por orden y respeto, que no turben
a los fieles ministros consagrados.
Con brillantes coronas allí acuden:
las cuatro Estaciones, con las Horas,
los Días y los Meses. Se les unen
una cifra de Ninfas, precursoras
que vienen escoltando a las deidades
del sagrado recinto moradoras.
Se forjaron de
ciencia por edades
en el fuego perpetuo del Parnaso,
con los vinos compuestos de verdades...
De repente, un murmullo en el ocaso
se escuchó; pues llegaba hasta la altura
la poetisa, a lomos de Pegaso.
Agarrada a las crines. Su figura
daba gala al blanco bruto alado,
y su pelo realzaba su hermosura.
A las puertas llegada
de lo amado
diamantes y guirnaldas le pusieron,
y lira de cristal tornasolado.
Dos vírgenes
doncellas la vistieron
con túnica celeste y ambrosía
y un manto de esmeralda que tejieron.
Mirando desde aquella celosía
donde púrpura y espíritu armonizan,
hasta el rayo del dios se hace poesía.
Dieron vivas y aplausos, y tapizan
con flores, el camino a la extremeña;
y con gloriosos cantos divinizan...
Se posó en la cresta de la peña
como un águila. Sus alas recortaron
más de uno; mas ella
se hizo dueña.
Las tres Gracias, en medio la llevaron
hasta el trono. Y luego silenciosas
las puertas de ancho bronce clausuraron...
Y aquí abajo, las
telas temblorosas
de los lutos, con tintas derramadas,
se hacen prados, tapizadas de rosas.
Las sílabas, prolíferas crisálidas,
componen y transforman en triunfante
las páginas, de lágrimas saladas. Sentir dolor de ausencia en el instante
que el minuto negó la helada esfera,
sinónimo es de amor; mas no es bastante.
Es Dulce, mucho más que en vida era.
Es fuente que nos corre por los vasos
de sangre, en permanente primavera.
Segura por la Historia dio sus pasos,
de oráculos guiada en su fragancia,
y albores con pincel de cielos rasos.
La dama que sembró con elegancia
el fruto de verdad con bravo empeño,
cumpliendo así el sueño de su infancia.
Con pétalos te cubre el extremeño,
-no con poco sentir- de oro del Darro;
por seguir al autor de Clavileño.
Morena de color Cielos de barro.
Paloma que entre almenas fue su cuna,
hermana, corazón con el desgarro.
Se bañó bajo el globo de la luna
en la espuma de Castalia, tan prohibida
a poetas que lloran sin fortuna.
Sin coincidir con Dios, fue bendecida
por la mano de Aquél, que no encontraba;
transpirando su amor. La voz perdida,
clamando la justicia que callaba.
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